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27 de agosto de 2013

Industrias Pesqueras


"Es importante evaluar el desastre económico y social que para Galicia significa la desaparición de Pescanova"

Ante el interés suscitado por el último editorial publicado en Industrias Pesqueras bajo el título "Carta abierta a la conselleira Quintana", hemos decidido publicarlo en abierto y, por tanto, reproducimos a continuación dicho editorial.
Pescanova vuelve a encallar. En esta ocasión en un peligroso arrecife. Los daños son de gran consideración: avería seria en la sala de máquinas y vía de agua en su obra viva. No es suficiente con una reparación de fortuna a bordo, que permita rendir marea y regresar a puerto. La situación es comprometida. Reflotar la nave y situarla otra vez en aguas profundas y navegables parece misión delicada. Sin embargo, la empresa cuenta con estructura, dimensión y posicionamiento estratégico en el contexto mundial. Harán falta potentes remolcadores de altura, con tripulación avezada, para efectuar el rescate.
CRISIS SUCESIVAS
Pescanova comenzó su actividad en junio de 1960. A mediados de los años 70, Pescanova era una empresa mediana, con problemas financieros y estructurales que ponían en tela de juicio su viabilidad y proyecto empresarial. Fue el momento en que la prensa económica nacional producía titulares tan emotivos como: “Pescanova socializa pérdidas y pasa sus activos al INI”(Instituto Nacional de Industria). Felizmente aquella circunstancia no llegó a producirse y la empresa pudo corregir su rumbo tomando una senda de positivo desarrollo. Creó valor y miles de puestos de trabajo.
En 1975, la implantación generalizada de la ZEE, Zona Económica Exclusiva de 200 millas, fue una amenaza que parecía letal. De la noche a la mañana el acceso a los caladeros de pesca tradicionales se vio severamente amenazado y con ello la viabilidad de muchas empresas pesqueras de larga distancia. Algunas no superaron la dificultad. Pescanova nunca hubiese sido capaz de remontar aquellos años de tanto cambio en el mundo de las pesquerías internacionales de no ser por el compromiso y determinación de muchos: autoridades nacionales “Ley de Sociedades Mixtas”, entidades financieras “Créditos a la Exportación”. Pequeñas empresas, inversores particulares, industrias frigoríficas, transportistas, astilleros, fábricas de redes, empresas auxiliares, etc., se convirtieron en accionistas acudiendo a una ampliación de capital para ayudar a la empresa. En ese momento, el proyecto Pescanova fue asumido por casi todos con determinante decisión y sin ambigüedades.
Aquello sólo fue otro de los momentos difíciles que tuvo que superar la empresa.
Corriendo los primeros años de la década de los 90, en tiempos de Carlos Solchaga y Pedro Solbes, la devaluación de lapeseta supuso un enorme revés para Pescanova, un encarecimiento de los costes de producción, (gasoil, materias primas, etc.) casi imposible de asumir. Más a más, el proceso expansivo de las grandes superficies y el desarrollo exponencial de las marcas blancas produjeron otro momento de tensa dificultad para la empresa, hasta el punto de que se llegó a pensar en la venta de la marca y del grupo de alimentación al gigante británico-holandés Unilever. Otra situación crítica en la que se vio amenazada la viabilidad y supervivencia de la compañía. En aquella ocasión salió adelante con el decidido apoyo de la Xunta de Galicia presidida por Manuel Fraga Iribarne. Fraga comprendió inmediatamente la transcendencia y consecuencias de la pérdida de Pescanova. Propició la firma de un Contrato-Programa que permitió a Pescanova continuar siendo gallega. La colaboración y confianza de las entidades financieras en ese momento, también fue decisiva. Pescanova pagó en los plazos establecidos el importe íntegro recibido al amparo del Contrato Programa de la Xunta de Galicia. Circunstancia, por alguna razón, poco divulgada.
En la actualidad la situación es más crítica y compleja. Los proyectos expansivos de acuicultura la han llevado a una nueva crisis con mal pronóstico, tal vez insuperable. En esta ocasión no parece ser un error de estrategia. A primera vista atufa a mala gestión de impropia y desesperada huida hacia adelante. No cabe duda que el “business plan” aplicado ha resultado claramente inadecuado y mal ejecutado. Poca visión, ausencia de análisis, de caución, pésimo control interno y externo, falta de previsión ante la contracción crediticia -credit crunch- impuesta por la crisis que se avecinaba.
 No es nuestra intención hacer juicios de valor, ni de depurar responsabilidades. En estos momentos ya es faena de los jueces y a ellos corresponde emitir opinión y sentencia sobre la actuación de los responsables. Pero por alusiones permítanos la señora conselleira do Mar e Medio Rural, decirle con todo respeto, y sin ánimo de causarle más “dolor” del ya públicamente declarado por ella: Creemos que Pescanova es viable independientemente de lo que el futuro le depare y por encima de los errores cometidos por sus ejecutivos, aquellos cuyas funciones están siendo asumidas por los actuales Administradores Concursales pertenecientes a la firma Deloitte, la segunda auditora de mayor dimensión en el mundo, que en este proceso está desarrollando un trabajo riguroso.
El proyecto empresarial de Pescanova es actual y está vigente, pero para poder reconducirlo hace falta más ánimo, más compromiso, más implicación por parte de todos. Sabemos que reflotar la nave no es fácil, pero créame merece la pena intentarlo. Pescanova es mucho para Galicia.
Que conste que no estamos insinuando clemencia para nadie, ni mucho menos permanencia o restitución de nadie, pero es mucho lo que se va a perder, construido con el esfuerzo y la ilusión de miles de hombres de mar y de miles de esforzadas mujeres elaboradoras de productos, altamente cualificadas. Está claro que se necesitará tiempo y condiciones para configurar un balance de situación solvente, pero también determinación y voluntad para conseguirlo.


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