PÁGINAS

Translate

18 de marzo de 2015

La Voz de Galicia

Adiós a un símbolo del comercio vigués




Pórtico bajó ayer definitivamente la persiana de la tienda de Policarpo Sanz, la primera que abrió el grupo en 1994 y buque insignia de los establecimientos de la empresa

Fue la primera en abrir y una de las últimas en cerrar. Pórtico bajó ayer definitivamente la persiana de la tienda de Policarpo Sanz, que desde su apertura hace más de 20 años ha sido buque insignia de los establecimientos del grupo. Lo curioso es que la familia Castro, propietaria de la empresa, se lo planteó como un negocio provisional durante la campaña navideña de 1994, la extensión low cost de la exclusiva firma de mobiliario y decoración que entonces regentaba la matriarca de la saga apenas a 50 metros de distancia.


Fue uno de los hijos, Emilio Castro, el que apostó por realizar una mínima habilitación en un bajo familiar para vender adornos navideños y unos cuantos productos de regalo propios de esas fechas. Para diferenciarlo de la casa matriz y, sobre todo, para dejar claro al potencial cliente lo que iba a encontrar dentro, le puso apellido: Básico. Era una forma de diferenciarlo del Pórtico de alta gama ya existente.

Fue tal el éxito que tuvo la iniciativa, que no solo no pudieron ya cerrar, sino que propició el nacimiento de un pequeño emporio que llegó a tener una red de 37 tiendas en España y 28 en el extranjero, la mayoría de ellas en Sudamérica, a emplear a 700 personas y a facturar más de 70 millones de euros. Aquel sueño de una familia de emigrantes, que decidó regresar a Galicia tras hacer fortuna en Venezuela, se rompió definitivamente el pasado 4 de noviembre, que fue el día en el que lo que quedaba del grupo entró en liquidación.

Había empezado a romperse año y medio antes, cuando el 5 de junio del 2013, ante la negativa de los bancos a adelantar un euro más, los propietarios se vieron obligados a solicitar la entrada voluntaria en concurso de acreedores. De nada sirvió adelgazar al máximo la plantilla, que quedó reducida a 163 trabajadores, vender Dayaday al grupo Tous para hacer algo de caja y garantizar el mantenimiento de los 100 empleos de la filial de complementos, ni llegar a acuerdos con Hacienda y Seguridad Social para aplazar las deudas, o con el Fondo de Garantía Salarial para que adelantara las indemnizaciones de los despedidos.

Y de nada sirvió buscar nuevos accionistas, que inyectaron 2,5 millones, ni que el fondo Gordon Brothers pusiera otros 2 millones para circulante. «Se acabó». Es el amargo resumen que hacía ayer uno de los trabajadores del grupo. El próximo día 23 los pocos que quedan -«salvo 12 que seguirán unas semanas para liquidarlo todo», explican- recibirán las correspondientes cartas de despido, el finiquito y 1.500 euros como anticipo de la indemnización. En función del dinero que haya en caja en ese momento podrá cumplirse el compromiso de abonar 20 días por año trabajado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario