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30 de enero de 2014

El Pais

Pemex allana la salida de la crisis del naval en Galicia

La petrolera adjudica a Barreras y Navantia de dos buques por 297 millones cada uno


Hasta que se precipitaron al vacío, los astilleros españoles parecían aguantar la crisis cómodamente gracias a una ilusión: el gran desfase temporal que hay entre un pedido y su entrega. Pero entre 2011 y 2012 se produjo lo que el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo (PP) llamó este miércoles la “tormenta perfecta”: la cartera de contratos se agotó; los financiadores, que en el pasado se habían beneficiado de jugosas rebajas fiscales, se esfumaron; y el apoyo político que engrasa el sector respaldando su singularidad a punto estuvo de evaporarse. Galicia, la comunidad que lideraba la construcción naval privada española, sufría además una aguda crisis interna en algunas de sus empresas de referencia: Vulcano y Barreras. Ambas suspendieron pagos y sortearon sendos concursos con quitas del 80%, lo que pulverizó parte de la industria auxiliar y dejó a miles de trabajadores en la cuneta.
La travesía en el desierto podría estar terminando. La petrolera mexicana Pemex confirmó en la madrugada de este miércoles lo que hace 16 meses, en vísperas de las elecciones autonómicas, Feijóo dio como cierto: la adjudicación de dos floteles (buques donde se aloja el personal de apoyo a las plataformas petrolíferas) a los astilleros Barreras (Vigo) y el público Navantia (Ferrol) por 407 millones de dólares cada uno, unos 297 millones de euros. Son los importes de los contratos por los que la armadora PMI construirá y dará servicio a Pemex durante diez años. La construcción en sí deja la facturación en la mitad: 300 millones en total irán a parar a los astilleros. Además, Barreras negocia otros seis pedidos.
“Se crearán entre 1.000 y 1.200 empleos para cumplir los plazos”, afirmó triunfante el presidente gallego, que durante todo este tiempo ha mediado con el Gobierno de México para que Pemex entre en el capital de Barreras (ahora controla el 51%). Los sindicatos de la ría de Vigo respiran un poco más tranquilos con el acuerdo, aunque no son tan optimistas en cuanto al empleo. “Puede que haya picos de actividad de hasta 500 personas en cada astillero, pero la continuidad del sector dependerá de si se activan más contratos”, analiza desde el sindicato CIG César Rodríguez
Frente a la alegría contenida que reina en Vigo, Ferrol se contenta pero no se conforma. El flotel es un parche pequeño para unos astilleros muy grandes. Alivia, los de la empresa pública Navantia, pero no cura. “Es un balón de oxígeno para una empresa que se ahogaba pero el agua sigue ahí”, resume un miembro del comité de Navantia.
Cada buque supone 1,2 millones de horas de trabajo durante 30 meses en construcción naval civil, un segmento que Navantia tiene limitado al 20% por la UE y que no es su mercado habitual. “Insuficiente”, analiza el presidente del comité de empresa, Ignacio Naveiras, que define el contrato como un “alivio triste”. Generará actividad para un cuarto de su plantilla directa (2.300 personas) y poco o nada para los 3.600 operarios de empresas auxiliares despedidos desde 2011.
La mejor prueba de su inconformismo es que los trabajadores saludaron el anuncio de Pemex —el primer contrato en nuevas construcciones desde 2007 en Ferrol— con una movilización a mediodía. Justo a la misma hora en que Feijóo certificaba en Madrid el fin de la crisis naval: “Somos competitivos y nuestro futuro puede ir ligado a las mejores petroleras del mundo”, dijo.

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