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31 de mayo de 2013

Vigo Empresas

MÁS DE CIENTO VEINTE AÑOS DE HISTORIA DE ASTILLERO BARRERAS


Que una empresa emblemática de Vigo, que contribuyó de manera decisiva al impulso y crecimiento de la ciudad, pase a estar controlada por el gigante público mexicano Pemex, eso a muchos no gusta nada.

 Es comprensible que sea así, y además resulta preocupante por algunas previsibles consecuencias que puede tener; pero en el otro plato de la balanza hay que poner, ahora mismo, la carga de trabajo con la consiguiente la recuperación de empleo, tan importante en estos momentos, junto con la viabilidad de una eficiente industria auxiliar que seguirá siendo viguesa. La potencialidad del sector naval, con sus crisis cíclicas, permanecerá como algo muy propio de Vigo.

La familia catalana Barreras, originaria de Blanes, de salazoneros que también eran comerciantes y armadores de buques, decidió en 1892 iniciar un astillero, originalmente en el Areal, para la construcción de "sardineros" destinados al cerco y dotados de elementales motores de vapor importados de Inglaterra para sustituir a las tradicionales embarcaciones de vela y remos.

LOS FAMOSOS "VAPORES TIPO VIGO"

Pronto trasladadas las modestas gradas a su actual ubicación en Coia, aquellos "sardineros" evolucionaron hacia el "vapor tipo Vigo", cuyo lanzamiento y construcción significó una transformación en el mundo de la pesca y el éxito posterior de la empresa creada por los Barreras.

Eran unas embarcaciones ágiles, estilizadas, de entre 20 y 25 metros de eslora, desplazando entre 80 y 100 toneladas, con una navegar que podía alcanzar las 10 millas. En 1918 ya habían entregado 400 unidades y su producción se mantuvo otras dos décadas.

Se podían ver en todos los puertos del litoral peninsular y en muchos del norte de Africa. Dadas sus extraordinarias cualidades de navegación, durante la I Guerra Mundial fueron utilizadas por los Aliados como dragaminas.

BACALADEROS "SUPER STANDARD"

En el Astillero Barreras se comenzaron a recibir encargos de buques con casco de acero, los cuales, a partir de 1932, estaban dotados de motores diesel construidos en la propia factoría con licencia holandesa. Por entonces también salían de aquellas instalaciones calderas para locomotoras y estructuras metálicas para puentes, estaciones de ferrocarril y otros edificios.

Un gran salto en la producción se produjo en 1957, con la botadura de barcos concebidos para operar en caladeros lejanos, como los excelentes bacaladeros "Super Standard", de 60 metros de eslora. Además de buques de carga y pasaje.

A principios de los 60 el astillero se disponía a vivir su mejor época. Contaba con 1.800 operarios y la carga de trabajo se iba a incrementar notablemente con los nuevos arrastreros congeladores que armadores vigueses encargaban siguiendo la estela abierta tras la aparición de Pescanova. Otra revolución - la mayor de todas - en el mundo de la pesca.

LA GRAN CRISIS DE LOS SETENTA


Una decisión empresarial errónea, agravada por una concatenación de circunstancias adversas, llevó al astillero a su primera quiebra y a la salida del mismo de la familia que lo había fundado ocho décadas antes.

Avanzados los setenta fue cuando la dirección decidió aceptar el encargo de una gran plataforma de prospección petrolífera para una empresa de Tejas. Contratada en dólares, la inesperada devaluación de la moneda americana hundió un precio ya excesivamente bajo, lo que colocó al astillero en difícil situación financiera al carecer de un seguro de cambio, lo que afectó también a contratos para buques: dos portacontenedores frigoríficos destinados a United Fruit, un arrastrero congelador para Egipto y otros dos para Cuba.

A pesar de ello, Barreras aceptó una segunda plataforma con otra empresa también tejana, que experimentó problemas con el suministro de chapa para su construcción.

Este nuevo contrato, unido a los conflictos laborales de la época, llevó a la quiebra a la empresa, que fue nacionalizada en 1976, pasando a pertenecer al INI, el antiguo Instituto Nacional de Industria. Un organismo que en 1995 fue sustituido por SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales)

En 1997 el astillero regresó a manos privados, con su venta por 750 millones de pesetas a un grupo en el que se encontraban Naviera Odiel (50%), el equipo directivo de entonces (30), Albacora (10) y García Costas(10). Caixanova avaló la operación, así como los 450 millones necesarios para una ampliación de capital.

Se iniciaba la etapa, la reciente, que ha llevado al astillero a la situación actual. Tras más de mil quinientos barcos salidos de sus gradas en sus ciento veinte años de historia.

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