Povisa pide al Sergas que le pague más o se quede sus 137.000 pacientes
Plantea mantenerse como centro privado, lo cual genera un problema a la Xunta
La semana pasada, el consejero delegado del Hospital Povisa, José Bernardo Silveira, avisó al conselleiro de Sanidade de que el centro sanitario quería solicitar el preconcurso de acreedores. Jesús Vázquez Almuíña le pidió más tiempo. Durante todo el año habían mantenido reuniones en las que el mayor hospital privado de Galicia avisaba de que estaba cerca de la quiebra. El jueves 20, el hospital se vio obligado a retrasar el pago del IRPF. Esta semana, las nóminas llegaron a peligrar por falta de liquidez. El jueves por la noche la decisión estaba tomada. El viernes se presentó el preconcurso en el juzgado de mercantil de Vigo con un escrito en el que asegura que «el origen y única causa de la situación de insolvencia inminente de Hospital Povisa SA es la aplicación del concierto mantenido con el Sergas».
Sanidade sabía lo que rondaba en el aire, pero desconocía
que el viernes se precipitarían los acontecimientos. Ese mismo día,
Silveira se los explicó por carta a Almuíña. En ella, el consejero
delegado de Povisa le decía que el concierto firmado cuatro años antes
le había provocado 42 millones de euros en pérdidas, una parte de las
cuales habían compensado con beneficios del sector privado y con las
reservas acumuladas.
Silveira
le planteaba al conselleiro dos escenarios. Uno consiste en que el
Sergas abone más a Povisa por conceptos que el hospital entiende que no
debería pagar y que lastran sus cuentas. El segundo escenario es más
radical: que Sanidade rescate la concesión y el hospital pase a mantener
solamente la actividad privada, de particulares y seguros.
Esto sitúa al Sergas en una situación
dramática. Povisa es el hospital de referencia para 137.000 personas del
área de Vigo. Es el único centro sanitario privado de Galicia que forma
parte de la red del Sergas. Si la concesión de servicio público se
rescatase, el Sergas tendría que asumir de golpe a 137.000 personas.
¿Adónde
irían? Todas ellas pertenecen al área sanitaria de Vigo y viven la
paradoja de que la gerencia del Sergas en Vigo se hace cargo de ellas
para la atención primaria (el centro de salud), pero no para la atención
especializada (el hospital). Cada mes de noviembre, a una parte de la
población se le permite elegir hospital: o Povisa o el Chuvi.
Vigo estrenó un complejo nuevo, el Álvaro Cunqueiro,
hace tres años. Mantiene el Meixoeiro como complementario para algunas
especialidades. El Cunqueiro tiene capacidad para crecer, porque la
mayoría de sus habitaciones pueden ser dobles aunque solo tienen una
cama instalada. Pero no hasta el punto de llegar a las más de 500 camas
que ahora tiene Povisa. Y no solo se trata de camas: hacen falta
quirófanos, consultas, hospitales de día para las quimioterapias, todo
tipo de aparataje -desde resonancias hasta ecógrafos, pasando por
aceleradores lineales...- y también personal.
Además, está el
futuro de la plantilla, la segunda de Vigo, tras PSA, en número de
trabajadores. Son unos 1.500. Povisa ya tuvo un concierto entre los años
2001 y 2010. A finales de ese año, como no había un nuevo contrato
sobre la mesa, la dirección del hospital diseñó un ERE
por si en enero del 2011 dejaba de contar para el Sergas. Ese
expediente contemplaba 1.200 despidos. Se puede interpretar, por tanto,
que si ahora Povisa se queda sin los 137.000 pacientes, tendría que
prescindir de todos esos trabajadores.
No es el escenario que quiere Povisa. El hospital
privado prefiere mantenerse como centro concertado. El contrato con el
Sergas le permite mantener un tamaño que no tiene ningún otro hospital
gallego y que en España mantienen muy pocos. El 75 % de sus ingresos
provienen de la pública y gracias a ellos es un hospital general grande,
lo que beneficia a su negocio privado.
Escenarios
Así que el complejo prefiere el primero de los escenarios que Silveira le planteó al conselleiro. Es decir, más dinero. Actualmente cobra 540 euros por cada paciente asignado,
independientemente de cuánto use sus servicios. Pero el gran problema
no es ese, sino la medicación y las pruebas. En cuanto al primero,
Povisa tiene que pagar la prescripción de pacientes que no están
hospitalizados, y esto le provoca pérdidas de entre cinco y seis
millones al año, además de nuevos fármacos de alto impacto; y quiere que
todo eso lo sufrague el Sergas. El problema de las pruebas es que
cuando tiene ingresado a un paciente que necesita un examen que en el
hospital no se hace y lo deriva a otro, tiene que pagar el
procedimiento; y también quiere que el Sergas lo asuma. O eso, o
encargarse de 137.000 personas más.
Un hospital de alto voltaje político
Uno de
los médicos que a principios de los años 90 hacía guardias en el
servicio de urgencias del Hospital Povisa era un joven de Baiona que hoy dirige la Consellería de Sanidade.
Jesús Vázquez Almuíña conoce de sobra el hospital del Grupo Nosa Terra
XXI, que siempre ha estado en el centro del debate político en la
sanidad gallega. El bipartito jugueteó con la idea de sacar al hospital
de la red pública. Era un símbolo de la privatización sanitaria y los
colectivos de izquierda se lo exigían. Pero nunca se atrevió. Cuando
Touriño perdió las elecciones, los informes del Sergas preveían la
continuidad del hospital en su red.
Feijoo colocó como gerente del Sergas a Rocío Mosquera.
Hasta aquel momento, la que después sería conselleira llevaba siete
años dirigiendo el pequeño hospital compostelano Nuestra Señora de la
Esperanza, que pertenecía al Grupo Nosa Terra. En Povisa se las
prometían felices, porque al concierto de entonces le quedaba un año de
vida y les tocaría negociar uno nuevo con una exempleada. Pero las
relaciones entre Povisa y la Xunta se dañaron y la negociación duró
cuatro interminables años.
El concierto ha permitido que la
desmesurada lista de espera de Povisa se redujese de forma drástica en
los últimos años, pero la oposición ha seguido acusando a la Xunta de
mantener un hospital privado en la red pública. Ahora Povisa culpa al
gerente del Sergas, Antonio Fernández Campa, muy cercano a Feijoo, de
dejarlo al borde del abismo.
Mientras, el baile de nombres ha continuado. Hace un
año, Povisa fichó como gerente a la ingeniera María Luisa Brandt. Para
incorporarse a la última planta del hospital de la calle Salamanca,
Brandt abandonó la gerencia de Galaria, una empresa de la Xunta de Galicia y cuyo presidente es el conselleiro de Sanidade, aquel joven que se fajaba haciendo guardias en Povisa a principios de los 90.
No hay comentarios:
Publicar un comentario