Isolux amenaza con el concurso de acreedores tras la espantada del Santander
El banco dirigido por Ana Botín ha decidido vender a precio de derribo la deuda que prestó a la compañía de ingeniería en el primer rescate hace apenas dos meses
El que había sido el modelo de refinanciación perfecto para aplicar a
cualquier empresa en problemas se tuerce cada día más. La salvación de Isolux se ha complicado sobremanera tras la decisión de Banco Santander de vender gran parte de la deuda
que había prestado a la compañía de construcción e infraestructuras en
la reestructuración concluida el pasado diciembre. Una operación que
deja en una difícil situación al actual presidente, Nemesio Fernández-Cuesta, y al resto de entidades financiadoras del segundo rescate.
Fuentes próximas a Isolux han confirmado que, en las dos últimas semanas, Banco Santander se ha desprendido de 73 millones correspondientes al Tramo B
de la refinanciación homologada judicialmente el pasado 27 de octubre, y
aprobada por la junta de accionistas el 14 de diciembre. Dicho tramo
ascendía a 550 millones, ampliables hasta 750, y era el
pasivo que se consideraba sostenible, de acuerdo con la capacidad de
generación de caja de la compañía en su nuevo plan estratégico.
Sin
embargo, Santander ha decidido quitarse de encima el riesgo vinculado a
la deuda de Isolux, pese a que fue uno de los tres grandes bancos que
validaron el plan estratégico y apoyaron la refinanciación. De hecho, el
grupo presidido por Ana Botín forma parte junto con CaixaBank y Bankia del denominado G-3, el trío de entidades financieras que lideró la línea de crédito de hasta 275 millones que salvó el primer 'match ball' de la multinacional controlada en ese momento por Luis Delso.
La reestructuración constó de un Tramo A basado en la inyección de
los citados 200 millones ampliables a 75 más; de un Tramo B de 550
millones (extensibles a 750), y de un Tramo C de 1.400 millones, correspondiente
a la conversión de los préstamos y de los bonos impagados en manos de
bancos y 'hedge funds'. CaixaBank y Santander fueron con Bankia los dos
máximos financiadores del primer rescate, hasta el punto de que fueron
los que más dinero nuevo le concedieron y los que más deuda vencida
canjearon en capital. Hasta el punto de que se convirtieron en los
primeros accionistas, con el 14,36% y 9,58% de las acciones, respectivamente.
La
operación del Santander es lo que ha provocado el hundimiento de la
cotización de los bonos en el mercado secundario. Actualmente, cotizan
apenas al 20,4% del valor nominal, al mismo precio al
que se cambiaban antes del primer rescate. Lo que significa que Isolux
está en serio riesgo de caer en concurso de acreedores. Se trata del
mínimo histórico desde que los nuevos títulos de renta fija comenzaron a
cotizar a mediados de enero. Su rentabilidad se ha disparado hasta el
47%.
La culpa, a KPMG
La reacción de Nemesio Fernández-Cuesta contra la decisión del Santander, de la que oficialmente no ha sido informado,
no se ha hecho esperar. El presidente, elegido a sugerencia de
CaixaBank con el visto bueno de Ana Botín, ha amenazado con pedir la
protección judicial para Isolux mediante la solicitud de suspensión de pagos.
El primer ejecutivo de la compañía de infraestructuras ha dado 15 días
al banco dirigido por Isidre Fainé desde Criteria Caixa Corp y al
Santander para que desbloqueen la nueva línea de crédito de hasta 300
millones para evitar entrar en concurso de acreedores.
Estos dos
bancos, junto con Bankia, han pedido a Isolux un análisis pormenorizado
de la tesorería necesaria para garantizar la viabilidad de la empresa,
después de que el grueso informe realizado por KPMG a petición de los acreedores haya resultado poco certero. Curiosamente, el encargado de hacer este estudio es Ignacio Alcaraz, un
exdirectivo de Banco Santander y hermano del número dos de CaixaBank,
Juan Antonio Alcaraz. El directivo fue nombrado de forma colegiada por
los dos bancos para llevar las cuentas de la compañía y supervisar el
rescate.
Los bancos, que están comprometidos a salvar a Isolux y
dispuestos a dar más dinero, acusan a la consultora de hacer un
diagnóstico muy equivocado y desviado de la realidad de la empresa, cuyo
modelo de reestructuración había sido vendido como el adecuado frente a
los problemas interminables de Abengoa. La situación ahora es crítica, con cerca de 5.000 empleados
pendientes de una nueva aportación de capital. La venta de los activos
no estratégicos, como los 'parkings' y las líneas de trasmisión de
Brasil, no parece que vaya a llegar a tiempo para equilibrar una cuenta
de resultados de 2016 cuyas pérdidas finales aún se desconocen.
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