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30 de septiembre de 2015

La Voz de Galicia


Pescanova va a por Nueva Pescanova



El viejo accionariado amarra un 20 % de la sociedad que controlarán los bancos, con la intención de recomprar otra parte cuando vuelva a cotizar   El de ayer fue «un día agridulce» para los accionistas de la Pescanova de toda la vida. Así lo calificó Fernando Herce, uno de los cuatro consejeros de Pescanova, y no le faltaba razón. Porque tras una junta extraordinaria histórica, la compañía fundada en 1960 quedó diluida en un 19,99 % dentro de Nueva Pescanova, la sociedad resultante de dos largos años de concursos de acreedores, que estará controlada por los bancos, dueños del 80 % restante.


«Los accionistas de Pescanova han dado una prueba incontestable de su voluntad de apoyo a la continuidad del grupo, aun a costa de la frustración patrimonial que ello trae como consecuencia», dijo el consejo de administración al término de la concurrida sesión.

Esa es la parte agria. La dulce está por venir, y comenzará a partir de diciembre o enero, cuando la CNMV levante la suspensión y permita que lo que queda de la vieja Pescanova, es decir, ese 20 %, vuelva a cotizar. El regreso al mercado permitirá hacer las ampliaciones de capital necesarias para ir recuperando poco a poco ese 80 % que queda en manos de bancos y fondos de inversión. «El único fin de la vieja Pescanova es intentar recuperar la compañía», aseguraron ayer fuentes de la junta. «Es cuestión de tiempo que los bancos acreedores de Pescanova se deshagan de su participación. No están ahí para quedarse, solo para recuperar lo que es suyo», explicaron desde el sector financiero.

Hasta ese momento, Nueva Pescanova estará gestionada por un consejo de administración controlado por las entidades acreedoras (la vieja sociedad tendría un consejero) y presidido, con toda probabilidad por Jacobo González-Robatto, actual presidente del comité de vigilancia del convenio de acreedores, que ayer acudió a la cita histórica de los accionistas y valoró positivamente el resultado.

Mucho por hacer

«Una vez superada la junta, solo queda avanzar en los siguientes pasos que establecen los convenios, para así poder dotar a la compañía de la estabilidad necesaria y libre de tipo de contingencias», manifestó Robatto. «Deseo y pido a los empleados que sigan trabajando con la máxima dedicación de forma que la compañía pueda cumplir todos sus objetivos», dijo, casi asumiendo ya ese rol de presidente de la pesquera.

Nadie quiso hablar ayer ni de vencedores, ni de vencidos. Porque las dos propuestas de reparto del capital de la nueva sociedad que estaban sobre la mesa (la de la banca y el consejo de administración, y la de los accionistas minoritarios) salieron adelante.

En primer lugar, se aprobó con un 61 % de los votos la propuesta recogida en el convenio de acreedores, por la que los antiguos accionistas tenían un 5 % y debían abonar 7,32 millones para llegar al 20 %. Acto seguido, la alternativa de los minoritarios (con un 75,66 % de apoyos), por la que los accionistas de la vieja Pescanova ya no tendrán que desembolsar nada para tener esa quinta parte del capital de la nueva compañía.

Al suponer una mejora para las dos partes -la banca acreedora tendrá que aportar 9 millones y no los 39 previstos en convenio-, la propuesta alternativa prevalece sobre la original.

Posibles riesgos

Hecho esto, los accionistas votaron a favor de la segregación de la sociedad Pescanova S.A. y su posterior integración en Nueva Pescanova, que está constituida con un capital social de 3.000 euros, al que se suman las aportaciones de la vieja Pescanova (2,4 millones) y de la banca acreedora (10,7). Tendrá un patrimonio cercano a los cien millones de euros y una deuda de 1.050 millones.

El principal riesgo a corto plazo de la compañía reside ahora en la posibilidad de que se impugne judicialmente el acuerdo adoptado ayer, particularmente por los pequeños accionistas (muchos votaron en contra o se abstuvieron) que vieron en el 2013 cómo la gestión del expresidente, Fernández de Sousa, atrapaba sus inversiones. Para evitarlo, el consejo se apresuró ayer a anunciar el inicio de los trámites para dejar sin efecto la suspensión de la cotización decretada por la CNMV en marzo del 2013, justo en vísperas de que la pesquera admitiese por primera vez «discrepancias» entre la contabilidad y la deuda real.

Fue el inicio de un escándalo que llevaba años gestándose, pero que saltó por los aires coincidiendo con las crisis financiera y el ocaso de las cajas de ahorros gallegas; cuando la tapadera de las cuentas supuestamente falseadas no resistió más.

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