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2 de enero de 2013

La Voz de Galicia

El naval gallego cierra un año negro con más de 4.000 empleos perdidos

Los 12 meses más críticos desde la reconversión se saldan con la muerte de 90 empresas

 La historia se repite y otra vez pierde la industria naval de Galicia. Desde las dos reconversiones que acabaron diezmando el sector, los astilleros de la comunidad atraviesan su momento más crítico.
Las cifras son comparables. En la década de los ochenta, entre los astilleros de Vigo y los ferrolanos se volatilizaron 7.000 empleos directos y 20.000 indirectos. En la segunda reconversión, entre 1998 y el 2003, desaparecieron otros 4.000 puestos de trabajo directos y 12.000 más indirectos, según cuenta el catedrático Alfonso García en su trabajo La industria naval de Galicia.
Pues bien, solo en el año 2012 el balance es de 4.200 empleos destruidos (2.800 en la ría de Vigo y 1.400 en Ferrol), según el cómputo de Asime, la patronal gallega del metal, que certifica la muerte en estos últimos 12 meses de 90 empresas auxiliares de los astilleros, y 15 más en concurso de acreedores.
Tercera reconversión
¿Estamos ante una tercera reconversión del naval? Las centrales sindicales con representación en el sector así lo vienen denunciando desde que en julio del 2011 la Comisión Europea abrió un expediente al régimen de incentivos fiscales que se venía aplicando desde el año 2002 para la construcción de buques en los astilleros privados españoles. La medida supuso la inmediata salida del mercado de la industria gallega y la entrada en una espiral de expedientes de regulación de empleo, concursos de acreedores y liquidaciones que todavía no ha acabado.
Pero al margen de la crisis del tax lease, la caída de la carga de trabajo se ha hecho extensiva al sector público, con una empresa estatal, Navantia, que en el último año tampoco ha logrado atar nuevos pedidos que permitan garantizar su supervivencia.
En el año y medio largo transcurrido sin ningún tipo de incentivos a la contratación naval, los astilleros privados gallegos solo han logrado cerrar dos pedidos de gran tonelaje por valor de 200 millones, cuando su facturación media entre el 2006 y el 2010 no bajó de los 1.400 millones al año, según fuentes del Clúster Naval de Galicia, Aclunaga. En este escaso cómputo no figuran, de momento, los dos buques hotel contratados por Pemex Internacional con Navantia e Hijos de J. Barreras, respectivamente, dado que ambos han retrasado su entrada en vigor al menos hasta marzo.
Proyectando estas cifras durante los 17 meses en que el antiguo tax lease ha estado (y lo sigue estando) expedientado por competencia desleal y el nuevo modelo permanecía bloqueado en los despachos de Bruselas dejando al sector fuera del mercado, el resultado se traduce en una pérdida de facturación superior a los 2.000 millones de euros, según estimaciones de los propios astilleros, que no incluyen el elevado coste en pérdida de mano de obra.
Así las cosas, el 2012 se cierra con el balance de 11 buques en una cartera de pedidos que apenas suma los 600 millones de euros, frente a los 4.000 millones que llegaron a sumar astilleros públicos y privados en los años de bonanza.


Ante el nuevo «tax lease»

Las compañías pueden analizar los mecanismos de planificación internacionales para exprimir al máximo los ahorros fiscales

 Después de un largo periplo, primero en la Comisión Europea y luego en nuestro Parlamento, ha visto la luz el nuevo régimen fiscal de determinados activos adquiridos mediante arrendamiento financiero, más conocido como tax lease. Dicha aprobación se ha materializado mediante la publicación en el BOE del 28 de diciembre de la Ley 16/2012 que, entre otras variaciones tributarias, modifica a estos efectos el texto refundido del impuesto sobre sociedades.
El nuevo tax lease entró en vigor ayer, 1 de enero del 2013, por lo que desde este momento ya cabe acogerse a este novedoso régimen, pudiendo aplicarse por los astilleros incluso a contratos firmados con carácter previo.
Con estas reformas en la ley del impuesto sobre sociedades se cumple con la autorización al tax lease español realizada por la Comisión Europea (órgano ejecutivo de la Unión Europea) el pasado 20 de noviembre. Esta autorización culminó más de 15 meses de arduo trabajo técnico y de negociación por parte del Gobierno de España, la Xunta de Galicia y diversas entidades privadas representativas del sector naval con la Comisión para que se creara un régimen fiscal que permitiera competir a nuestros astilleros en igualdad de condiciones con los de países terceros.
El nuevo tax lease consiste básicamente en una amortización anticipada y acelerada de bienes adquiridos mediante determinados contratos de arrendamiento financiero, siempre que el período de construcción sea de al menos 12 meses, y el bien construido responda a las especificaciones técnicas del cliente, quedando por ello excluidos los productos fabricados en serie. Con ello se permite acoger al tax lease no solamente a los buques sino también a otros productos no fabricados en serie como ferrocarriles, aviones o instalaciones industriales complejas o incluso producciones cinematográficas. Se introduce como único requisito formal para aplicar el régimen la previa comunicación del acogimiento al Ministerio de Hacienda, sin que exista ya la necesidad de una autorización previa para su aplicación como acontecía hasta el momento.
Ni el cambio normativo ni la decisión de la Comisión autorizando el régimen fiscal permiten fijar el porcentaje de bonificación fiscal efectiva, que luego se trasladará al precio final del bien.
En el modelo de tax lease anterior se alcanzaban descuentos en el precio de los barcos de hasta el 30 %, mediante la titularidad del buque por parte de entidades aglutinadoras de inversionistas, las AIE, fiscalmente transparentes, que generaban pérdidas fiscales que se trasladaban a sus socios.
El efecto de la amortización
Este beneficio que debería ser temporal, fruto de que la amortización anticipada y acelerada supone un crédito tributario que se devolvería en un período posterior, se consolidaba por la vía de someter a la AIE a un régimen fiscal especial de estimación de rentas por tonelaje, que impedía que se devolviese el ahorro fiscal obtenido, así como con la exención de la plusvalía generada por la venta del buque al armador.
Esta exención ha sido derogada, por lo que en principio se van a obtener unos ahorros menores, que están cifrados, conjuntamente con la aplicación de la estimación objetiva, en un 20%.
No obstante, de la aplicación sistemática del resto de la normativa del impuesto se podrán alcanzar ahorros superiores a través de mecanismos de planificación internacional absolutamente aconsejable y alineada con la actividad de explotación del buque.
Del «tax lease» quedan excluidos los productos fabricados
en serie
Los astilleros pueden aplicar la norma a contratos ya firmados
Desde ayer las empresas tienen vía libre para acogerse al nuevo régimen fiscal

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